Una sola muerte
“¿Cuál es la diferencia entre soledad y muerte?,
Lo pienso pero no encuentro algo que las vuelva desiguales”
Se fue justo entre mis brazos, la tarde era calurosa como siempre, el asfalto hervía y el viento parecía vapor de sauna –Entonces la vi, nunca imagine verla de aquella manera- sus labios expiraban el ultimo rastro de aliento. Su última gota de vida. Al bajar del camión y percatarme de que era ella, corrí, la tomé entre mis brazos y le suplique resistiera, pero el pulso no dio más, la gente me miraba, la motocicleta seguía encendida y haciendo su sonido habitual, el conductor había escapado, de pronto se fue el calor y la noche me llegó inadvertida. Creo que no ha amanecido desde entonces –Tal vez simplemente he dejado de distinguir entre el día y la noche- Tomo un sorbo de café y me doy cuenta de la falta que me hace. No somos más Ana y Francisco, no lo somos más, ahora simplemente es Francisco.
Las cartas que le escribo no hablan de su muerte, sino de su ausencia, y es que no es la sangre resistiéndose a borrarse en mi banqueta, es la falta de su sangre en mi entrepierna. Es la costumbre, el día a día, el no ser Ana y Francisco, el simplemente ser Francisco. La palabra amor no significa que quieras a alguien y des tu vida por ella, significa dependencia, significa necesidad. Le entregas todo a esa persona, le das tu tiempo, tu espacio, tus fuerzas y apenas distingues entre tú y ella, es cierto el amor te vuelve una sola persona, los une a los dos pues así se forma la co-dependencia. Pero el Dios que escribió esa tortuosa ley de amor, olvido añadir una pequeña clausula: Una sola muerte. Los amantes se miran uno al otro en el momento en que se conocen, sienten la chispa al mismo tiempo, se besan de común acuerdo y se vuelven uno mismo en el acto del amor en aquel instante, entonces –Lógico sería- que los amantes murieran al mismos tiempo en una sola muerte, en un solo momento, sin advertir ni un minuto más de agonía.
Qué clase de patraña es esa, muere uno primero dejando al otro en sufrimiento, no es el que se va el que pierde todo, es el que se queda el que recuerda y añora. Somos los vivos los que sufren por sus muertos, los amantes frustrados que se encuentran solos por las noches en la cama, he despertado como cada noche, con silencio y calor, he visto la luz de la luna filtrarse por la ventana y reflejarse en mi televisor, pero, ya no la he visto a ella, ya no comparte mi sueño y coloca su mano sobre mi cabeza. Ya no encuentro a Ana, cada mañana despierto y sigue siendo de noche, pues el sol ha muerto con ella, aunque los demás no lo vean, yo mismo creo que he muerto con ella, hace tanto que no era Francisco, hace tanto que era Ana y su novio, ahora creo no ser nada.
“¿Cuál es la diferencia entre soledad y muerte?,
Lo pienso pero no encuentro algo que las vuelva desiguales”
Se fue justo entre mis brazos, la tarde era calurosa como siempre, el asfalto hervía y el viento parecía vapor de sauna –Entonces la vi, nunca imagine verla de aquella manera- sus labios expiraban el ultimo rastro de aliento. Su última gota de vida. Al bajar del camión y percatarme de que era ella, corrí, la tomé entre mis brazos y le suplique resistiera, pero el pulso no dio más, la gente me miraba, la motocicleta seguía encendida y haciendo su sonido habitual, el conductor había escapado, de pronto se fue el calor y la noche me llegó inadvertida. Creo que no ha amanecido desde entonces –Tal vez simplemente he dejado de distinguir entre el día y la noche- Tomo un sorbo de café y me doy cuenta de la falta que me hace. No somos más Ana y Francisco, no lo somos más, ahora simplemente es Francisco.
Las cartas que le escribo no hablan de su muerte, sino de su ausencia, y es que no es la sangre resistiéndose a borrarse en mi banqueta, es la falta de su sangre en mi entrepierna. Es la costumbre, el día a día, el no ser Ana y Francisco, el simplemente ser Francisco. La palabra amor no significa que quieras a alguien y des tu vida por ella, significa dependencia, significa necesidad. Le entregas todo a esa persona, le das tu tiempo, tu espacio, tus fuerzas y apenas distingues entre tú y ella, es cierto el amor te vuelve una sola persona, los une a los dos pues así se forma la co-dependencia. Pero el Dios que escribió esa tortuosa ley de amor, olvido añadir una pequeña clausula: Una sola muerte. Los amantes se miran uno al otro en el momento en que se conocen, sienten la chispa al mismo tiempo, se besan de común acuerdo y se vuelven uno mismo en el acto del amor en aquel instante, entonces –Lógico sería- que los amantes murieran al mismos tiempo en una sola muerte, en un solo momento, sin advertir ni un minuto más de agonía.
Qué clase de patraña es esa, muere uno primero dejando al otro en sufrimiento, no es el que se va el que pierde todo, es el que se queda el que recuerda y añora. Somos los vivos los que sufren por sus muertos, los amantes frustrados que se encuentran solos por las noches en la cama, he despertado como cada noche, con silencio y calor, he visto la luz de la luna filtrarse por la ventana y reflejarse en mi televisor, pero, ya no la he visto a ella, ya no comparte mi sueño y coloca su mano sobre mi cabeza. Ya no encuentro a Ana, cada mañana despierto y sigue siendo de noche, pues el sol ha muerto con ella, aunque los demás no lo vean, yo mismo creo que he muerto con ella, hace tanto que no era Francisco, hace tanto que era Ana y su novio, ahora creo no ser nada.
Por: Sergio Mendoza Mendoza.
7 comentarios:
a mi me parece que Sergio Mendoza siempre ha escrito de esa manera.
no es ocuro, simplemente es negativo, cronica del tiempi y el amor tambien es asi
A mi me parece romantico este texto, chatita te lo dedico
yo quiero morir el mismo dia que se muera mi ositooooooooooooooooo
si esta depresivo pero al mismo tiempo es lindo, bien por él
pongan una foto donde Sergio se distinga bien, por favor :(
Zansa dice:
Pues a mi me pare que las histirias son tristes, pero pues que seria una historia buena sin un final triste, que llegue a los sentimientos que es condemos de la vida y recordar que no todo en la vida es felicidad
Publicar un comentario