Una parte
bastante importante de mi infancia y que recuerdo con mucho cariño, es la época
en la que los sábados me quedaba al cuidado de mi padre. En esos sábados solíamos
ver la trilogía cinematográfica que cierto canal de televisión abierta
programaba. Ahí mi más valiosa experiencia fue “El planeta de los simios”. Cómo
olvidar a esos astronautas que llegan a un planeta donde el hombre es inferior,
tonto y burdo; dominado al cien por ciento por una raza de inteligentes y
posesivos simios. Pensar en crear una pre-cuela de esta historia nunca me
desagradó (ni siquiera por el fracaso del rekame de Tim Burton). Le tengo un
cariño especial –por lo ya mencionado- a esta historia y pudiera ser que esto
me hiciera blando en mi crítica, pero ¡CARAY! ¡Qué buena está la película de “El
origen del Planeta de los simios”! Ovación de pie. Me emocionó, me conmovió, me hizo brincar del
asiento mil veces. Es fantástica, imprescindible. No pueden de verdad ignorarla
en su paso por la cartelera cinematográfica. Estamos ante una joya del séptimo arte
que repite el mismo éxito que consiguió
cuatro décadas atrás.
Y lo más valioso
de esta película no son sus efectos especiales, es su guion. Que delicia de
historia. Que maravillosos ritmo. Y sobre todo, QUE GRANDES PERSONAJES. Estos simios
son cosa de otro mundo. Es impresionante como el guionista y el director han
conseguido darle a cada uno de estos primates una personalidad tan bien
definida, tan bien construida y tan funcional para la historia.
“César” el simio,
debería incluso de ser nominado al oscar (lamentablemente es una animación de
computadora y esto se convertiría en una controversia total), pero es un
excelente protagonista. ¿Ustedes no sintieron simpatía por su causa? De verdad,
si no han visto “El origen del Planeta de los simios” tiene que hacerlo. Tienen
que.
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