Este fin de semana
tuve la oportunidad de ver la película “50/50”, y tengo que aceptar que me reí
y lloré en las mismas cantidades.
“50/50” llamó mi atención cuando leí en una revista que el
guion estaba basado en la experiencia que el mismo guionista había vivido al
ser diagnosticado de Cáncer con tan solo veintitantos años de edad.
Una vez más el poder de la frase “basado en una historia
real”, captó mi atención.
No esperaba que 50/50 fuera una comedia, una muy inteligente
comedia. En realidad creí que seria uno
de esos dramas que hay que ver con pañuelos a un lado. Dicen por ahí que lo
mejor que se puede hacer con la muerte, es reírnos de ella. “50/50” consigue
eso, por primera vez en mi vida he conseguido reírme del cáncer, y esa es una
catarsis que todos deberíamos de atrevernos a experimentar. Como ya dije, también hubo momentos adecuados
(que se alejaban mucho de ser cursis), que me hicieron derramar algunas
lagrimas.
Tengo que decir que este film de bajo presupuesto es una de
las mejores películas que he visto en toda mi vida. Su guion es gracioso, ágil,
profundo y reflexivo. Y la actuación de Joseph Gordon-Levitt resulta emblemática.
Incluso Seth Rogen ( a quien no tolero) se encuentra bien en su papel.
La verdad que de vez en cuando resulta fantástico ver esta
clase de películas, tocan tu corazón y te regresan a la realidad aprendiendo
una lección sin necesidad de pasarla tan mal.
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